Muevo mis manos hacia tu lugar,
pero está perdido.
Recorro con las fuerzas asignadas para ese día.
Un paso a la vez.
En ocasiones, soy viento.
En calladas noches,
navego entre memorias,
susurros y latidos.
Pero no te veo.
Acallada entre los escombros,
busco esos pedacitos del cielo que nos acobijaba.
A oscuras es más difícil encontrar tu risa.
Da miedo.
Y no te veo.
Incrementa la agonía,
y también los espejismos.
Juegan danzando sobre mi memoria.
No siempre rio.
En muchas ocasiones lloro.
Aún así, no te veo.
Solo hay una distancia entre la palabra y tu acción.
No siempre tienen sentido los caminos.
Entre juegos y azares
se busca unir lo que está fragmentado.
Surge el cuestionamiento entre la piel y tus besos.
Los colores van surgiendo.
Nos cubren.
Vamos abriendo los sentidos.
Entonces sí nos vemos.
¡Reiniciamos!
Contemplamos el sendero.
Sugestivo
encantador
eterno
finito.
La contrariedad se suma, pero no importa.
Mientras tú me veas y yo te sienta.
viernes, 4 de agosto de 2017
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